Las nuevas restricciones que anunció el presidente Alberto Fernández ayer por la noche para frenar la ola de contagios de Covid-19, por ahora no afectarán el desarrollo del fútbol en Argentina. Está claro que la idea del poder ejecutivo, conjuntamente con la AFA y la Liga Profesional es que el fútbol de primera división no se pare, y se pueda concluir con el torneo que se está jugando.
Hace algunas semanas ya que varios planteles vienen con contagios masivos, y la dirigencia del fútbol mira para el costado, pretendiendo que la pelota ruede a cualquier precio, incluso poniendo en riesgo no solo a jugadores y cuerpos técnicos, sino a todo el contexto que rodea al deporte más popular.
En el sentido deportivo la competencia está desnaturalizada, debido a que los equipos deben apelar a sus juveniles para afrontar los compromisos. Uno de los más afectados es el plantel de Banfield, que hace varios partidos que está jugando con chicos de las inferiores y la reserva.
Seguramente tendrá que haber autocrítica por parte de todo el mundo futbolístico por los protocolos que no se cumplieron, las medidas de seguridad que se habían tomado el año pasado y se dejaron de hacer, y sobre todo por la relajación en general.
Es cierto que hace una semana volvieron algunos protocolos estrictos para los entrenamientos y los partidos, pero da la sensación que solo son medidas de maquillaje para un fútbol que no le interesa la salud de sus protagonistas, sino vender un show que a ésta altura está muy devaluado.
Por ahora la pelota seguirá rodando y los que deben tomar las decisiones importantes lamentablemente seguirán creyendo que el fútbol es esencial, cuando no lo es.
Comenta esta nota