Es indudable que el fútbol argentino padece un crisis eterna, y los mayores responsables son sus dirigentes. Más allá de la economía de ajuste de los últimos años en Argentina, los dirigentes siguen tomando malas decisiones, aunque éstas, solo sean malas para los clubes que representan, y no para sus economías personales.
Eduardo Spinosa presidió al Taladro entre el 2012 y el 2018, con vaivenes en lo deportivo, y con muchos desmanejos desde lo económico.
Spinosa es muy hábil para hacer amigos en el poder, y ante situaciones incómodas siempre quedar bien parado.
Durante su presidencia, tejió redes que lo llevaron a ser tesorero de AFA, y manejar la caja del fútbol argentino. En éste período llevó adelante las banderas para que Marcelo Tinelli fuera el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, y fue protagonista de lujo en aquel papelón electoral de 38 a 38.
Spinosa siempre se las arregla para que su discurso parezca conciliador, y enhebrar por lo bajo las redes para mantenerse en la mesa chica de las decisiones del fútbol.
El 7 de abril de 2016, en una nota para La Nación digital con Alejandro Casaz González y Sebastián Fest, Spinosa sostuvo que había que explicarle a la gente que el fútbol no podía seguir siendo gratis y que había que rescindir el contrato con la televisión pública, en una medida que lo alineaba claramente con el gobierno de Cambiemos que arrancaba. En el mismo tono, unos meses más adelante, el 8 de noviembre de 2016, otra vez en La Nación se daba a conocer un documento que Spinosa redactó e hizo referencia a la pobreza cero, en total concordancia con el gobierno macrista; en ese documento el ex presidente de Banfield señala el decreto 1212, sancionado en el 2003 por Eduardo Duahlde, y otra vez se ve a las claras sus pretensiones de quedar bien con todos.
En el 2018, Spinosa dejó en su lugar a Lucía Barbuto, como presidente del Taladro, pero sigue manejando la institución en las sombras, y cada decisión que se toma en Banfield pasa por él.
Hoy que desde lo político, el rumbo del país cambió, no sorprendió verlo en la foto en la casa de Chiqui Tapia, representando a Banfield, pero también tejiendo relaciones para su beneficio. El mismo que dijo que había que recindirle el contrato a la televisión pública, se sentó a la mesa para rescindirle el contrato a la Superliga, y su nombre suena como el que deberá negociar con la televisión algunos partidos que irán de forma gratuita.
Todos éstos desmanejos y contradicciones son parte de los mismos problemas que aquejan al fútbol argentino desde hace mucho tiempo. Eduardo Spinosa solo es la muestra de muchos dirigentes que piensan en el poder, en su beneficio personal, y les importa muy poco o nada el bienestar de las instituciones.
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